|
DISPLASIA FIBROSA MONOSTÓTICA
|
|||
![]() Fig. 3.22. Expansión difusa bucal y lingual
de la apófisis alveolar derecha produciendo desplazamiento del
primer premolar y retención del molar temporal.3 ![]() Fig. 3.23. Radiografía de la apófisis
alveolar del maxilar superior, con aspecto de “vidrios deslustrado” o
“piel de naranja”.3 |
En el área de la cabeza y cuello, la
displasia fibrosa juvenil monostótica es el tipo más frecuente
de deformidad regional. Es una distorsión regional que aumenta de
tamaño proporcionalmente con el hueso afectado. La incidencia en
niños es rara, cerca de uno por una población de un millón
por año. Tanto el maxilar superior como el inferior son afectados
con igual frecuencia.14 La hipertrofia regional continúa hasta
que el crecimiento general del cuerpo cesa al final de la pubertad o al
comienzo de la segunda década de la vida. Una forma rara, conocida
como displasia fibrosa agresiva juvenil, crece a un ritmo incluso más
rápido produciendo una deformidad importante, a menudo grotesca,
que produce la pérdida de la función del hueso afectado.3 La displasia fibrosa juvenil empieza en la niñez
temprana o tardía. Al principio puede pasar inadvertida porque
la simetría puede ser tan leve como para ser considerada dentro
de los márgenes normales. Finalmente la lesión se hace perceptible,
aunque están ausentes dolor y malestar. Los dientes suelen estar
desplazados, rotados o mal alineados (Fig.
3.22). Esto conduce a una grave maloclusión que a menudo requiere
intervención ortodóntica, aún cuando no resulte necesario
tratar el aumento de tamaño óseo. La forma agresiva de la
displasia fibrosa juvenil empieza a dar síntomas si la lesión
se traumatiza y ulcera a causa de la acción de los dientes durante
la masticación. En el maxilar superior la forma agresiva suele
extenderse al suelo de la orbita y las fosas nasales, deteriorando la visión
y la respiración.3 A la palpación puede ser firme,
elástico o duro. La mucosa es de aspecto normal y raras veces ocurre
el desplazamiento de los dientes.14 El aspecto radiográfico varía
según la etapa de maduración de la lesión. En las
lesiones tempranas el área puede ser radiotransparente, haciéndose
más radioopaca cuando se forma más hueso. Una lesión
no conserva nada de la arquitectura normal del hueso trabecular, habiéndose
reemplazado por hueso anormal que produce un patrón en “vidrio esmerilado”
o “piel de naranja” en las radiografías (Fig. 3.23). No existe línea
de demarcación porque la lesión se mezcla con el hueso circundante.
Es frecuente la expansión de las láminas corticales y el
desplazamiento de las raíces de los dientes. La lámina dura
suele estar oscurecida y las láminas corticales adelgazadas.3 |