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NECROSIS PULPAR |
![]() Fig. 1.50. Incisivo central oscurecido por la
penetración de residuos tisulares de la pulpa no vital en los
túbulos de dentina. El pequeño nódulo sobre la encía
corresponde al orificio superficial de un tracto de drenaje de un absceso
periapical.3 |
Término que se aplica al tejido de la
pulpa que ya no está vivo. Si es consecuencia de un suceso traumático
brusco, tal como un golpe sobre el diente en el cual la irrigación
sanguínea ha sido cortada, el paciente por lo general no tendrá
síntomas durante un tiempo. En otros casos la necrosis de la pulpa
tiene lugar lentamente durante algún tiempo, pro lo que los síntomas
agudos seden porque las fibras nerviosas de la pulpa degeneran por la
intensa inflamación. En ambos casos, la situación asintomática
es temporal, porque el tejido pulpar sufre pronto autólisis, convirtiéndose
en una fuente de irritación del tejido periodontal adyacente al
periápice.3 El primer signo de la necrosis pulpar no infectada
puede ser un cambio de coloración del diente (Fig. 1.50). Esto es
consecuencia de residuos tisulares en descomposición y de productos de degradación de los eritrocitos
que penetran en los túbulos de la dentina. Una vez que el diente
deja d ser vital, pierde su capacidad para rehidratar la dentina, tornándose
ésta más frágil, siendo propensa a grietas y fracturas.
La presencia de una respuesta inflamatoria en la membrana periodontal
apical puede producir dolor considerable por su localización en
un área confinada entre el hueso alveolar y la superficie de la
raíz. Hasta que el hueso circundante experimente reabsorción,
haciendo posible que el edema y el exudado acomunados escapen hacia los
espacios medulares, la presión originada por el exudado puede impulsar
el diente a ser extruido de su alveolo originando un contacto prematuro
con los dientes opuestos. Este diente será sensible a la más
mínima presión.3 |